Argumento:
En una estación de Metro de Moscú sucede algo insólito: algunos viajeros aseguran haber visto el fantasma de Stalin y hasta los hay que han improvisado una pequeña capilla conmemorativa en el andén, con velas, flores y fotos del político desaparecido.
El detective Arkady Renko es el encargado de investigar ese fenómeno justo cuando él y su compañero, a causa de un error telefónico, están sobre la pista de una posible corrupción, con implicación criminal, en el seno de la comisaría en la que trabajan.
Esas supuestas apariciones de Stalin consiguen exaltar la memoria patriótica de los más ancianos, que vivieron la Segunda Guerra Mundial, pero también despiertan el patriotismo en muchos jóvenes, dispuestos a ver un líder en el dictador...
La investigación pone al protagonista sobre una complicada pista que apunta a un nuevo Partido Político que intenta reclutar seguidores por medio de la figura de Stalin, pero también destapa crímenes de guerra, un oscuro suceso en Chechenia y una red dedicada al tráfico y contrabando de determinadas piezas artesanales.
Arkady, situado en el punto de mira de los que tienen mucho que ocultar, vive una sucesión de aventuras, especialmente en la ciudad de Tver, a la que es trasladado. Se enfrentará a todo tipo de sucesos, con riesgo de su vida, mientras investiga y va desmadejando el ovillo.
Opinión:
La novela engancha, sin embargo a mi no me ha convencido demasiado.
Es interesante la parte histórica y los datos reales, también los recreados a partir de hechos acaecidos durante la Segunda Guerra o en Chechenia; pero la trama la he encontrado bastante inverosímil en algunos puntos; suele suceder un poco con los thrillers, más en este caso no sólo el héroe sale inmune de todo sino que determinadas circunstancias parecen forzadas, para adaptarlas al guión de forma precisa pero no fluida ni demasiado lógica. Es fácil perder el desarrollo de la historia y hasta el interés; el suspense decae en algunos puntos ante esas situaciones que se apartan de la trama principal y muchas veces no se entienden:
-Si el tema de un nuevo Partido Político puede resultar interesante, como lo es que determinadas personas quieran acceder a él para obtener impunidad, no me parece muy creíble que utilicen, en el siglo XXI, la idea de hacer creer que Stalin se aparece a los pasajeros del Metro, y menos aún que la mayoría de viajeros que, por supuesto, no han visto nada, se dejen convencer por los que afirman que lo ven... ¿?.
-Cuando el investigador es trasladado a Tver, todo indica claramente que lo meten en “la boca del lobo” pero no se entiende bien qué hace allí; se le aparta como “castigo” y va a parar al “Centro del meollo”.
-Otra situación rara, para mí, es que ese hombre se empeñe en comprar una moto a un empleado de un taller que no anuncia en parte alguna que la vende, que lo despacha sin miramientos y que al final se la lleva en persona al centro de la ciudad... (No voy a desvelar a cambio de qué pero el tema es inverosímil).
-Tampoco parece creíble que el hallazgo de una fosa común, rodeada todavía de minas y explosivos, esté abierta a todo el que entra y que cada cual se lleve lo que quiera... ¿?
-La relación que mantiene el investigador Renko con una amante y con un niño sin hogar aficionado al ajedrez es igualmente poco creíble.
La novela está bien para pasar el rato y la parte histórica, como decía antes, es interesante. En conjunto, me he quedado con la sensación de que una trama bastante buena se ha quedado floja y deshilvanada. Pero eso, por supuesto, es sólo mi opinión. Admito que no he estado en Moscú y desconozco cómo son allí las Leyes y la gente en general. Tampoco he leído otras obras protagonizadas por el detective Arkady y, quizá, ello contribuya a que determinadas relaciones sociales suyas no me convenzan porque es posible que falte un conocimiento previo desarrollado en novelas anteriores.
@Pilar López Bernués |
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