Argumento:
Sammy Joyce es una joven de veintiséis años que trabaja en Washington D.C. como asesora del senador Robert Gary (R.G.). Repleta de ideales, la mujer admira a su jefe y colabora fehacientemente con él en el tema de la sanidad pública. Sammy cautiva de inmediato porque a su idealismo innato y su extraordinaria dedicación al trabajo se suma un carácter simpático, despistado, desorganizado, continuas meteduras de pata y “oraciones” a todos los “dioses” posibles cada vez que comete una o uno de sus peces, adoptados como mascota, pasa a mejor vida.
Mientras colabora a dedicación completa con R.G. Samantha vive en la colina del Capitolio una historia de amor, sufre desengaños, urde venganzas y comprueba las manipulaciones que se dan en política cuando la aprobación o no de determinadas leyes incide en los intereses creados de algunos senadores.
Una campaña agotadora, volando de un sitio a otro, preparando conferencias, redactando informes, soportando maniobras de unos o de otros y una vida privada en continuo cambio son las bases una obra escrita en un extraordinario tono de humor.
Opinión:
La verdad es que la figura de la protagonista cautiva por su simplicidad, despiste y extravagancia pero también cercanía. Narrada en primera persona, la novela permite que el lector se identifique en muchos aspectos con Sammy y sufra anticipadamente, como le ocurre a ella, por cualquier cosa que pase por su imaginación.
El hecho de que Kristin Gore sea hija del que fuera vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore, le ha permitido en esta su primera novela escribir con conocimiento de causa, y lo ha hecho de una forma divertida y amena pero no exenta de realismo. Mientras se escapa la carcajada ante alguna extravagancia o metedura de pata de Sammy, sale a la luz el complicado ambiente político, las luchas, engaños y falsedades, los acuerdos e intereses y, finalmente, lo agotadora que puede llegar a ser una campaña para el candidato y todo su equipo.
Destacaría que en la novela dos cosas importantes: El problema de la sanidad pública, un auténtico desastre que obliga a personas sin recursos a no comprar medicamentos o tratar de importarlos a bajo coste desde Canadá, con todo lo que eso conlleva, y la “idea” de que el trabajo no tiene horario. Jornadas de 18 horas parecen normales, de 24 también. Esa adicción al trabajo y ese estresarse porque no se consigue dominar el stress, se muestran como algo lógico y cotidiano.
El libro me ha gustado mucho. Es divertido, entretenido, en algunos aspectos original y hasta adictivo, pero describe de primera mano los entresijos políticos y pone sobre la mesa algunas realidades que no conocen los ciudadanos de a pié.
@Pilar López Bernués |
|
