LA ESPAÑA CUESTIONADA (Luís E. Íñigo Fernández)

08.03.2014 20:34

 

LA ESPAÑA CUESTIONADA

(La España Cuestionada, 2012)

Luis E. Íñigo Fernández

 

Editorial Nowtilus

Colección Historia Incógnita

© Luis E. Íñigo Fernández (sin fecha)

© Ediciones Nowtilus S.L., 2012

1ª Edición, noviembre 2012

Género y tags: Ensayo histórico, origen de España como nación, autonomías. Literatura española.

ISBN: 97884996741719

398 Páginas

 

Argumento:
Luis E. Íñigo Fernández, licenciado en Historia, profesor y escritor, recoge en este ensayo la trayectoria de España, desde los primeros pobladores hasta nuestros días.

 

Asistimos a siglos de continuo cambio, infinitas guerras, dominación romana, visigodos, conquista musulmana y posterior reconquista, el imperialismo colonial tras el descubrimiento de América, la religión católica como nexo de unión y el poder de la misma… La guerra contra los franceses en el siglo XIX, las dos repúblicas, el franquismo y la transición completan el recorrido político. Paralelamente, se muestra el estado de desarrollo de cada época, con sus momentos de bonanza y de miseria, con el cíclico movimiento que llevó a los poderosos una y otra vez a abusar de los más débiles... Vemos la evolución de los pueblos a medida que transcurrieron los siglos, los sistemas de educación, la industria y el comercio o el tímido caminar hacia opciones menos absolutistas pese a la reticencia de los que vivían y se enriquecían con ellas.

 

Básicamente, sin embargo, el autor enfoca la obra hacia el cómo y el por qué de los nacionalismos catalán y vasco.

 

El libro incluye algunas fotografías e ilustraciones, además de una bibliografía.

 

 

Opinión:

Luis E. Íñigo Fernández ha logrado sintetizar en menos de 400 páginas toda la historia de España, y lo ha hecho con abundante material, tocando infinitos temas, tanto sociales, económicos como políticos. En ese sentido, el libro resulta bastante completo y permite dar un vistazo rápido a nuestros orígenes y situación actual.

 

La Historia, sin embargo, considero que es la más inexacta de las materias. La escribieron los vencedores y posee tantas interpretaciones como estudiosos de la misma. Sin ir más lejos, la conquista de América, considerada por muchos un triunfo, una colonización evangélica y fuente de riquezas, otros la ven como un genocidio.

 

Si la Historia la comparamos con una moneda, veremos que tiene dos caras diferentes, y más puntos de vista si esa moneda se mira desde el borde dentado del contorno. Hablamos del mismo objeto, en efecto, pero vemos cosas muy distintas.

 

Hago la anterior aclaración porque en determinados momentos el autor escribe de forma totalmente dogmática, más propia de un libro de texto que de un ensayo, imponiendo su punto de vista y dándolo por infalible, cuando él no estuvo allí. Creo que en una obra de este tipo lo mejor para apoyar la tesis personal es mostrar también las otras, permitir que el lector opine y, en todo caso, apoyar las propias creencias con argumentos sólidos. Anoto esta observación porque es evidente que el autor es contrario a los nacionalismos catalán y vasco, pese a que admite que hay que aceptar que existen diferencias entre los pueblos. Niega la veracidad de razones históricas que argumentan en Catalunya y Euskadi, pero lo hace de forma tan poco convincente como la de “tachar” de mentirosos a todos los historiadores que las mantienen. Y voy a rescatar algunas frases del libro:

 

“…De acuerdo con la visión compartida por los historiadores a sueldo de los nacionalismos periféricos…” (pag. 69)

 

“¿Qué hay, pues, de verdad en la visión del pasado que los nacionalistas vascos y catalanes, dueños casi exclusivos durante las últimas tres décadas del sistema educativo de sus comunidades, y su bien nutrida cohorte de pseudointelectuales e historiadores pagados con dinero público han tratado de implantar en el imaginario colectivo de sus ciudadanos?” (pag. 89)

 

El autor reconoce abiertamente en su libro que el concepto de “nación española” no existió como tal. España estaba constituida por pequeños reinos, con sus carismas propios, unidos por la religión y posteriormente por el rey, pero sin que anidara entre las gentes el concepto de “nación” Sólo existió un sentido de unidad ante invasiones externas, como en el caso de Napoleón. Sin embargo, mientras desarrolla cómo Alfonso II consiguió heredar los condados de Pallars y Rosellón afirma:

 

“No había, pues, aquí, como han asegurado sin rubor los historiadores a sueldo del nacionalismo, ningún “Estado catalán traspirenaico”…” (pag. 92)

 

Expresiones como las anteriores inundan el libro, y la descalificación continuada de todos aquellos que ven esa “moneda” desde otra perspectiva, no me parece en absoluto el mejor modo de defender una idea propia, por muy documentada que esté. Al final, existen tantas historias como historiadores, no nos engañemos. Algunas tesis pueden tener más peso que otras, pero no son ciencias exactas. La Historia la escribieron los vencedores, de modo que no faltan razones de peso para mirarla con cierta distancia, en cualquier sentido, y sin meter en el saco de “pagados a sueldo” a todos aquellos historiadores que tienen un punto de vista diferente.

 

Quizá, la historia de España que defienden las autonomías periféricas no sea exacta (no lo sé), pero la que suscribe el nacionalismo español, tampoco.

 

Sí se desprende del libro que España fue un reino de pequeños reinos, que el concepto de “nación” no existió como tal hasta que se impuso por la fuerza de las armas; y el sometimiento y la negación de los pueblos, de su lengua, costumbres y cultura tiene como resultado potenciarlo más. Al final, las personas se sienten unidas y soberanas cuando comparten intereses, expectativas y culturas, y esos lazos nacen de forma natural o definitivamente no existen.

 

Lo que sí ha quedado perfectamente claro en el ensayo es que la Historia es cíclica y se repite. Asistir a los abusos de poder por parte de oligarcas y acaudalados, manteniendo al pueblo sometido a través de la miseria y el miedo parece una crónica actual, menos moderna, pero idéntica.

 

@Pilar López Bernués